Conciertazo (para jóvenes)

La megafiesta del sábado...pufff...
Para empezar cometí el error de darme una paliza en el gimnasio por la tarde. Y claro, a las 10 de la noche tenía ya un cansancio encima que me hubiese ido gustoso a la cama...
Intenté sacar dinero en un cajero del centro comercial, pero me fue imposible. Luego nos fuimos a tomar unas cervezas para hacer algo de tiempo, y el camarero me rechazó la tarjeta de credito. He debido superar el límite mensual. ¡Que fuerte! ¡¡Lo que cuesta sacar a las niñas de paseo!!

Cuando Adriani salió de trabajar nos fuimos todos al Minasul a la fiesta pastillera (Nota: Previamente incluir una hora de espera a que las niñas se pusiesen guapas. Esto raya el límite de la paciencia). Fue entrar en el recinto de la fiesta, y una oleada de jovenzuelos nos rodeó por completo. Aquello parecía más una fiesta de instituto que cualquier otra cosa. Enanos de 13 años pasaban por nuestro lado, y nosotros nos sentíamos los viejos del grupo.
La verdad es que era un poco agobiante: tapones de gente en ciertas zonas, empujones, borrachos, tíos meando en cualquier parte, 3 horas para comprar una lata de cerveza...Lo mejor era quedarse en una zona despejada y no moverse.
El recinto estaba dividido en dos zonas musicales: la de música electrónica con nuestro querido DJ israelí, y la de la banda de rock que tocaba los éxitos del momento (que empiezo a saberme ya de memoria). La música del DJ, en mi humilde opinión, no valía gran cosa. La banda músical tenía más gracia.
Al final, un poco cansados ya de tanto jovencito y jovencita, Adriani y yo nos fuimos al coche a echar una cabezadita.
El resto llegaron una hora y pico más tarde, y a las 6 de la mañana nos volvíamos a casa con un poco de decepción en el cuerpo (yo contento de haber superado la noche sin dormirme por el camino).

Por cierto, tras dos semanas de errores garrafales en la lavandería del hotel, ahora ya hasta me llaman a la habitación para decirme personalmente que la ropa ya estaba limpia y lista para serme entregada. ¡Que gusto recibir exactamente las mismas piezas que uno había dejado para lavar!